Tendencias, dificultades y soluciones de la última milla
Antes de iniciar el análisis de la situación que nos ocupa es necesario destacar el crecimiento del e-commerce en nuestro país en los últimos años. Según la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia, en el año 2016 en España las compras de productos y servicios por internet alcanzaron una facturación de 24.185 millones de euros, un 20,8% más que en el año anterior. En el segundo trimestre de 2017, la subida interanual se concretó en un 23,4%, alcanzando los 7.338,1 millones de euros. De acuerdo con el ‘Estudio de eCommerce 2016’ elaborado por Elogia y la IAB España, en nuestro país más del 70% de los usuarios online de los cerca de 16 millones que hay en España compra con una frecuencia media de 2,4 veces al mes con un ticket medio de 75€. Estos datos revelan la gran evolución que ha tenido la implantación del e-commerce en España, teniendo en cuenta que en 2013 esta proporción era de apenas un 44% de los internautas (algo más de 11 millones de personas) y que el gasto promedio mensual en 2015 era 5 veces inferior respecto al 2016.
Estas cifras son relevantes pero no son más que el inicio de lo que va a venir. Según el ‘European Ecommerce Report 2017’ publicado por la Ecommerce Foundation, en el año 2016 el comercio electrónico en Europa facturó 531 billlones de euros, superando predicciones y presentando un aumento del 15% en comparación con el año anterior. En España se espera que el comercio electrónico siga creciendo, pues todavía tiene una cuota de mercado inferior a la de otros países europeos:
Top 15 de % de ventas de e-commerce respecto al PIB 2016
Cabe suponer que España llegará a alcanzar a países como Dinamarca o Finlandia, lo que significa que las compras realizadas por Internet se doblarían en nuestro país, pues también debe tenerse en cuenta la transición hacia e-commerce por parte de los profesionales y no solo a nivel personal/ particular. Un ejemplo: en este momento un pintor compra toda la pintura que necesita para una obra antes de empezarla, recogiéndola en una tienda o almacén. En un futuro, el pintor podría tener una aplicación en su móvil que le permita, con un solo clic, pedir un bote de pintura justo antes de que se le termine el que está utilizando y sabiendo que le va a llegar en una cuestión de horas. Este ejemplo podría tener un impacto muy grande en el sector de materiales para la construcción, y es extrapolable a muchos otros sectores (hostelería, recambios, etc.) así como en pequeñas tiendas especializadas.
Por otro lado, cabe destacar que los hábitos de compra y el perfil del comprador también están cambiando: éste cada vez es más exigente y cada vez quiere esperar menos tiempo desde que compra un producto hasta que lo recibe en su casa, aunque también dispone de menos tiempo para recibirlo. Cada vez va menos a los comercios físicos y tiende a satisfacer más sus necesidades a través de Internet, por lo que el catálogo de productos disponibles online es cada vez más extenso (si es que no lo cubre ya absolutamente todo). A su vez, tiende a comprar menos cosas y con mayor frecuencia.
Estas tendencias no son pasajeras sino que claramente van a seguir creciendo en los próximos años, generando, entre otras cosas, un incremento drástico de la actividad de distribución de mercancías urbanas. Por ello, es imprescindible que las empresas trabajen en el rediseño de sus redes de distribución si quieren seguir siendo competitivas, mantener el nivel de servicio y, no menos importante, minimizar su impacto en el medio ambiente.
La distribución urbana está cambiando en los siguientes aspectos:
Un caso práctico
Desde sus inicios, Miebach Consulting ha realizado numerosos proyectos de rediseño de redes de distribución, optimización del transporte y Route-to-Market. Otro tema que empujamos es la colaboración de las empresas para consolidar la distribución y ser mas eficiente. Un ejemplo reciente ha sido el que ha desarrollado para una compañía nacional, A, que se encontraba ante una reducción de volumen de negocio y una atomización de su distribución: debía entregar menos pedidos, más pequeños, en más destinos. La situación era incompatible con su sistema de distribución y transporte tradicional, que había perdido eficiencia en la situación de mercado del momento. Miebach Consulting basó la solución en la colaboración: encontró otra empresa de producción de artículos de la misma gama y que por tanto tuviera un perfil de cliente similar y les propuso un proyecto de colaboración en el transporte de mercancías. De esta forma, la empresa A y la empresa B compartirían gestión y gastos de transporte para entregar sus productos a los clientes, ganando en eficiencia, reduciendo costes y siendo más sostenibles.
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