En los últimos meses, muchas empresas del sector logístico en España han hecho de los costes su única brújula. Y no es para menos: la presión es enorme. El precio del transporte sigue siendo inestable, los márgenes se estrechan y el cliente, cada vez más exigente, espera entregas más rápidas, más baratas y más trazables. En este escenario, se impone una pregunta incómoda: ¿estamos sacrificando eficiencia en nombre del ahorro?
La realidad es que en muchas organizaciones se están tomando decisiones reactivas, no estratégicas sino tácticas, que buscan recortar aquí y allá para aliviar el corto plazo. Se reduce personal, se amplían turnos sin replanificación operativa, se aplazan inversiones clave. Y todo ello con la esperanza de mantener la operativa a flote. Pero lo que en apariencia parece una gestión responsable, a menudo esconde una paradoja: al ahorrar mal, se acaba gastando más.
Porque una logística que funciona a base de parches y sobreesfuerzos no es sostenible. Ni para los equipos ni para los resultados. La falta de visibilidad, los errores en almacén o las ineficiencias en las rutas de transporte no solo generan sobrecostes, sino que erosionan la calidad del servicio, la reputación y la capacidad de crecimiento.
La buena noticia es que hay otra forma de abordar este equilibrio. No se trata de elegir entre ahorrar u operar bien, sino de dejar de ver ambas cosas como objetivos enfrentados. La clave está en tender la mano a la tecnología y apostar por herramientas que, como los SGA y los TMS, permitan hacer más con menos, con criterio, con datos y con control.
Estos sistemas, cuando se implantan bien, no son un gasto, sino una inversión que se amortiza a través de ahorros reales: menos errores, menos tiempos muertos, menos urgencias. Pero para que eso ocurra, hace falta algo más que una buena herramienta. Hace falta experiencia. Un partner que entienda la casuística del sector, que no prometa milagros, sino soluciones realistas, escalables y alineadas con los objetivos del negocio.
En un momento donde cada euro cuenta, no tiene sentido seguir gestionando con hojas de Excel o procesos heredados. El reto ya no es elegir tecnología, sino con quién hacerlo y cómo integrarla para obtener resultados visibles y medibles.
El sector logístico español se encuentra en una encrucijada. Las empresas que entiendan que la eficiencia no se consigue apretando más, sino gestionando mejor, estarán mejor posicionadas para resistir la incertidumbre… y para crecer cuando llegue el momento.
Desde hace dos décadas, en ACSEP trabajamos con compañías que se enfrentan a este mismo dilema. Y si algo hemos aprendido, es que la diferencia no la marca el tamaño del almacén o del presupuesto, sino la voluntad de profesionalizar la gestión y apoyarse en herramientas que den resultados.
No se trata de prometer el ahorro perfecto, sino de construir una logística inteligente, robusta y lista para lo que venga.