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Transparencia para acabar con el desperdicio de alimentos

Blockchain y RFID para no desperdiciar alimentos en la cadena de suministro

Guy Yehiav, director general de Zebra Analytics y vicepresidente de Zebra

08/06/2020

En España se generan cada año 1,7 millones de toneladas de desperdicios de alimentos, que se pierden en diversos puntos como las cadenas de suministro. Pero ¿cómo pueden las empresas abordar el problema de los desechos de bienes esenciales y mejorar el compromiso con los clientes? El autor nos explica que el uso combinado de tecnologías de blockchain, robótica, inteligencia artificial, visibilidad de activos y análisis prescriptivo pueden ser una buena ayuda en la cadena de suministro para reducir el desperdicio de alimentos y aumentar, además, su rentabilidad.

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En los últimos años, el mercado de la alimentación está siendo objeto de una intensa presión para reevaluar su estrategia de gestión del desperdicio de alimentos, que asciende a unos 88 millones de toneladas anuales en toda la UE, es decir, un 40 % de los alimentos ni siquiera llegan al mercado. Aunque el desperdicio de comida es un problema global, afecta seriamente a países como España, donde cerca de 7,7 millones de toneladas de comida van a la basura cada año, según los datos del MAPA (ver recuadro).

De este volumen de alimentos desechados, un importante porcentaje procede de la cadena de suministro, ya que cualquier producto alimenticio que originalmente iba destinado al consumo humano, si es retirado ya se considera un residuo.

Aunque en los últimos años, la distribución alimentaria ha dado pasos significativos para reducir su gasto, se enfrenta, sin embargo, a las pérdidas continuas de los desperdicios de alimentos, a lo que se debe sumar la mala percepción de los consumidores con conciencia ecológica y la complejidad operativa de las operaciones de transporte, uno de los puntos más críticos para preservar la cadena alimentaria.

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España, el séptimo país de la UE que tira más comida

La Comisión Europea estima que cada año se desaprovechan en el mundo, más de 1.300 millones de toneladas de alimentos, es decir, 1/3 de la producción mundial, de los que 89 millones de toneladas de comida en buen estado corresponden a la Unión Europea.

Algunos datos de pérdidas y desperdicio alimentario en el ámbito de la UE:

  • 179 kilos por habitante de alimentos desperdiciados, y ello sin contar los de origen agrícola generados en el proceso de producción ni los descartes de pescado arrojados al mar.
  • 170 millones de toneladas equivalentes de CO2 al año.
  • Entre un 30% y un 50% de los alimentos sanos y comestibles a lo largo de todos los eslabones de la cadena agroalimentaria hasta llegar al consumidor que podrían ser aprovechables se convierten en residuos.
  • En los hogares, el desperdicio alimentario alcanza el 42% del total, en la fase de fabricación el 39%, en la restauración el 14% y en la distribución el 5%.

España es el séptimo país que más comida desperdicia (7,7 millones de t), tras Reino Unido (14,4 millones de toneladas) Alemania (10,3 millones de toneladas), Holanda (9,4 millones de toneladas) Francia (9 millones de toneladas) Polonia (8,9 millones de toneladas) e Italia (8,8 millones de toneladas). En España, según el Ministerio de Agricultura Pesca y Alimentación, MAPA, las últimas indicaciones a través del Panel de cuantificación del desperdicio alimentario, los hogares españoles desperdiciaron entre enero y diciembre de 2018 un total de 1.339 millones de kg/l. de alimentos y bebidas, lo que supone un incremento del 8,9% con respecto al año anterior, es decir, 109 millones de kg/l más”.

El desperdicio de alimentos es uno de los mayores retos a los que deben hacer frente los operadores de las cadenas de suministro alimentario durante los próximos años, ya que junto a las expectativas de un aumento de la demanda se perfilan también las del aumento de los desperdicios, una circunstancia que deben evitar a toda costa.

En este contexto, una baza a su favor en los esfuerzos por desarrollar cadenas de suministro sanas y controladas la pueden encontrar en tecnologías como Blockchain y RFID, que les permiten visibilizar en tiempo real cualquier punto donde se pueda originar cualquier problema de interrupción en la cadena alimentaria.

Y no solo eso permiten también ver la trayectoria de cada producto desde el origen hasta el lugar de consumo en una transformación digital que puede recorrer todos y cada uno de los cientos de puntos por los que puede pasar un producto alimentario.

Blockchain y RFID para que los alimentos no acaben en la basura

En la batalla para reducir el desperdicio de alimentos, blockchain es fundamental para las empresas del sector. Originalmente diseñado como una herramienta para las criptomonedas, es básicamente un libro de contabilidad digital compartido públicamente por los afectados que supervisa, registra e informa sobre el movimiento de mercancías a lo larga de la cadena de suministro.

El código de barras de un producto es escaneado por varios puntos de control desde que sale del lugar de producción hasta el almacén, dejando un rastro que permite conocer su ruta y los destinos por los que ha pasado durante su viaje de punta a punta de la cadena. Este seguimiento facilita no solo la visibilidad, sino que permite identificar áreas de mejora en la cadena de suministro. Por ejemplo, una empresa de transporte de productos lácteos comprueba que sus productos llegan a sus destinos estropeados. Naturalmente, esto debe ser investigado, rastreando minuciosamente los trayectos de los envíos utilizando cualquier papel disponible.

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Así que, si identificar una causa de fondo podría llevar semanas, la incorporación de blockchain permite al investigador revisar rápidamente esa cadena buscando el punto exacto en el que la leche podría haberse estropeado. Por ejemplo, el uso de blockchain permite ver que los envíos fueron dejados durante la noche en una instalación cross-docking que no está equipada para almacenamiento refrigerado. Al visitar esas instalaciones se observa también que debido a la falta de formación adecuada, numerosos productos perecederos están en el suelo en lugar de haber sido colocados inmediatamente en un camión refrigerado. El siguiente paso es ordenar una puesta al día urgente de esos profesionales y eliminar de la cadena de suministro esos alimentos.

Otra tecnología para asegurar la trazabilidad son las etiquetas RFID que proporcionan información sobre los productos en las cajas de cartón (el etiquetado de RFID en productos individuales no es ni rentable ni práctico) a las que están adheridas.

Estos tags RFID tienen una ventaja clave sobre blockchain en la cantidad y la puntualidad de los detalles que ofrecen, ya que los lectores RFID del tag en una caja de cartón permiten visibilizar al instante los movimientos y niveles de inventario.

Por ello, numerosas compañías de distribución aprovechan la tecnología RFID para garantizar la calidad y frescura de los alimentos en todo su itinerario, ya que las etiquetas avisan si los productos han caducado o si debieran ser reemplazados porque la fecha de consumo preferente está a punto de expirar.

El análisis prescriptivo simplifica la sostenibilidad

Las soluciones de blockchain y RFID se pueden hacer todavía más efectivas si se incorporan el análisi prescriptivo. Se trata de una metodología analítica avanzada que aprovecha los datos para determinar lo que está sucediendo, por qué sucedió, cuánto cuesta no actuar, qué hacer para optimizar el resultado y quién debe resolverlo.

El análisis prescriptivo simplifica aún más las iniciativas de sostenibilidad al aumentar las soluciones de blockchain y RFID con puntualidad y capacidad de acción. Si el distribuidor de alimentos involucrado aprovechó el análisis prescriptivo y blockchain, el responsable de cross-docking puede recibir, por ejemplo, una alerta en tiempo real que indique: “Palet #3309 en riesgo de deterioro”. Esta acción prescriptiva simple y fácil de entender dirige al gestor directamente al origen de un posible problema, permitiéndole intervenir y evitar un desperdicio.

Una buena solución analítica prescriptiva puede configurarse para que se centre en gran medida en posibles problemas, como por ejemplo los productos que están a punto de caducar; las unidades de almacenamiento en frío que funcionan mal (incluidas las cajas de productos lácteos y los camiones de reparto) y los productos perecederos que han pasado demasiado tiempo sin refrigeración.

Si bien algún desperdicio de alimentos es inevitable, la gran diferencia está en que las empresas de la cadena de suministro pueden controlarlo. La implementación de soluciones de tecnología avanzada como blockchain, RFID o análisis prescriptivos es una fórmula innovadora para completar esos vacíos de información a través de diferentes áreas de la cadena. Con el tiempo, esto reducirá la huella de los residuos de alimentos y, al mismo tiempo, fomentará un futuro más prometedor y sostenible para esta industria.

En la Agenda 2030, reducir a la mitad el desperdicio de alimentos per cápita

En 2011, la FAO estimaba que aproximadamente 1/3 de los alimentos del mundo se perdían o desperdiciaban cada año. Desde entonces, la percepción global de este problema ha ido cambiando hasta formar parte de los Objetivos de Desarrollo Sostenible definidos en la Agenda 2030. Concretamente el 12.3 ODS, exige reducir a la mitad el desperdicio per cápita de alimentos en los minoristas y consumo para 2030, así como reducir las pérdidas de alimentos a lo largo de las cadenas de producción y suministro.

Para aportar más claridad sobre el tema y medir el progreso hacia la meta 12.3 de los ODS, la estimación de 2011 de la FAO será reemplazada por dos índices separados que armonizan mejor con la Agenda para el Desarrollo Sostenible 2030: el Índice de pérdida de alimentos (FLI, Food Loss Index) y el Índice de desperdicio de alimentos (FWI, Food Waste Index). En resumen, el FLI afecta básicamente a los proveedores a la cadena alimentaria hasta la postcosecha y el FWI a minoristas, servicios alimentarios y consumidores.

Darle visibilidad a la cadena de suministro es una puerta de esperanza para cambiar las cosas, y conectar con proyectos de investigación como el europeo REFRESH que ha puesto sobre la mesa que en Europa se desaprovechan el doble de recursos alimentarios de lo que se necesitaría para acabar con el hambre en el mundo.

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